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EL CUERPO HUMANO: LA OBSESIÓN DEL ARTISTA

Tras el antropocentrismo desarrollado en el Renacimiento el cuerpo humano se convirtió en la mayor obsesión de los artistas. En torno a esto gira La Invención del Cuerpo: Desnudos, Anatomía, Pasiones que, tras pasar por el Museo Nacional de Escultura, se podrá visitar hasta el 17 de febrero en el Museo San Telmo donostiarra. Casi un centenar de obras procedentes de prestigiosas instituciones como el Museo del Prado, el Museo del Louvre o la Galería Borghese forman un importante conjunto de piezas de autores como Rubens, Ribera, Juan Valdés o Artemisia Gentileschi. En esta ocasión, el análisis no va a ser en el orden por salas con el que se encuentra el visitante, sino de una forma más personal.

La Fortuna realizada por el taller de Pedro Pablo Rubens da paso a la exposición, siendo un gran ejemplo para reflejar esa búsqueda de una figura humana realista. Con aspectos tan característicos del flamenco como la sensualidad de sus desnudos expresada mediante tonos rosados y la carnositá de la piel. Es curioso el objeto que encontramos a continuación, se trata del Maniquí Articulado atribuido a Alberto Durero de 28 centímetros de altura. Precisamente su mínimo tamaño obliga a ser especialmente eficaz y detallista. Igual de preciso es el San Sebastián del principal escultor del renacimiento español Alonso Berruguete, cuya anatomía es exquisita. Coetáneo de Berruguete fue Juan de Juni, su técnica se puede apreciar en el rostro anciano de Santa Ana.

Pero si se habla de Renacimiento, el primer nombre que nos viene a todos a la mente es el de Leonardo da Vinci. El polímata florentino está presente aquí con Estudio del ahorcado Bernardo di Bandino Baroncelli, en el que un dibujo del colgado está acompañado de un texto en la escritura especular tan «leonardiana». Pese a ser una copia de exposición, la fascinación que crea todo lo que tiene relación con el italiano, lo hacen muy remarcable. Junto a él cuelga una reproducción del célebre grabado Combate de hombres desnudos de Antonio Pollaiuolo.

La iluminación puede ser algo vital en la pintura e incluso influenciar los cuerpos. El lienzo Santa Águeda pintado por Carletto Veronese, presenta el sufrimiento de la santa con un resplandor particular. Aunque, respecto a luz, es el tenebrista José de Ribera su máximo desarrollador, autor de San Sebastián asistido por santa Irene y su criada y La Piedad. Para describir la primera se podría nombrar el claroscuro que concentra el foco en el cadáver del santo, la soberbia fisiología y la delicadeza del gesto de Santa Irene. Mientras que en La Piedad, la claridad forma un triángulo entre el semblante de María, el de Cristo y las piernas de este (de donde emana ese destello). Para finalizar con este tema, la imagen del cartel Alegoría de la Pintura de Artemisia Gentileschi, tiene muchas similitudes con las examinadas anteriormente.

Y de mediados del siglo XVI-principios del XVII pasamos al más puro estilo barroco de la mano de Pedro de Mena y Juan Alonso Villabrille y Ron. El primero estandarte de la imaginería andaluza dieciochesca, en la que el uso del color y las posturas teatrales toman un papel principal: Ecce Homo y Virgen Dolorosa (con ayuda del taller), por ejemplo. La sangre y el cuerpo desgarrado transmiten de forma dramática la tortura que está paliando el Ecce Homo. Mientras que de la Dolorosa nos sobrecoge la sobreactuación de su mirada. La Cabeza de San Pablo es, en mi opinión, la obra cumbre de Juan Alonso Villabrille y Ron: su boca congelada parece lanzar un grito, el realismo de las arrugas…

Otros grandes creadores del panorama nacional son Juan Bautista Maíno, Francisco de Zurbarán y Juan Valdés Leal, en este caso especializados en el arte de la pintura. Los dos últimos coinciden con temáticas bastante similares: Zurbarán con el Paño de la Verónica y la cabeza de San Juan Bautista de Juan Valdés Leal. La santa faz me da una sensación un tanto fantasmagórica y el Bautista no es menos tétrico. Por parte de Maíno, su Magdalena simboliza la fuerza que pretendía desprender la Contrarreforma. Saliendo de España, hallamos nombres de la talla de: Rubens, Luca Giordano etc. Me sorprende agradablemente Demócrito y Heráclito de Peter Paul, que parece implicarnos en la conversación. De Italia viene David con la cabeza de Goliat de Luca Giordano y el Gladiador Borghese de bronce del Museo Lázaro Galdiano.

La exhibición se cierra con la Magdalena Penitente de Francisco De Goya y Lucientes. No me imagino una forma mejor de terminar que con el maestro de Fuendetodos, quien provocaría un gran cambio en la forma de ver el arte. Este último lienzo resume perfectamente el mensaje de La Invención del Cuerpo, un acercamiento a la figura humana en el que poder ¡disfrutar del arte!

Magdalena Penitente

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